Las primeras celebraciones, se hacían ya en tiempos de Felipe II. En el siglo XVII, aparecen los primeros penitentes con túnicas, así como las Cofradías de la Soledad y la Hermandad de la Cruz. Es en el siglo XVIII, cuando antes de celebrar la procesión del Entierro de Cristo, se hacían dos Sermones; el del Descendimiento y el de la Soledad. Esta procesión del Entierro, dará origen a los desfiles tal como los conocemos en la actualidad, y que toman su forma definitiva en la segunda mitad del siglo XIX. Estando en constante evolución a través de los años.

en 1766 hay constancia documentada de la celebración de la Procesión de las Palmas en el Domingo de Ramos, y de la Procesión del Santo Entierro en el Viernes Santo

En tiempo de la sañuda incivil Guerra Civil (1936- 1939) dejaría de oficiarse cualquier tipo de manifestación religiosa, siendo en la posguerra, con una sociedad diezmada y empobrecida, cuando desde 1941 se regularizan las procesiones de Semana Santa, con sus altibajos propios hasta 1960, fecha a partir de la cual participará el Grupo escultórico de la Virgen de las Angustias, de Salzillo, dándole brillantez a las fiestas pasionarias que en los últimos tiempos han alcanzado un cierto predicamento, en la actualidad compuesta por una veintena de cofradías y veintisiete pasos. Antes, por los años veinte, habían surgido «los armaos» o soldados romanos, cuya indumentaria daba cierta vistosidad a la fiesta.

3.2.12. SEMANA DE PASION Es éste un tiempo sagrado cuya semana se relaciona con los siete días de la creación del mundo; un tiempo sagrado de purificación y renovación, variable en fecha pero siempre coincidente con el despertar de la primavera, lo que daría pie a considerar la Semana Santa de cualquier población, como bien sugiere López Martínez, como la cristianización de rituales tradicionales relacionados con el tiempo agrario100 . El florecimiento de las procesiones semanasanteras en territorio español se produjo a fines del siglo XVI, dando respuesta a ese acercamiento de lo divino y a ese atractivo popular de la religión, propios de la Contrarreforma. El pueblo vive los sucesos conmemorados con el mismo apasionamiento como los vive en un teatro, y el hecho de que no sean actores, sino imágenes barrocas talladas en madera quienes las representen, da mayor fuerza a la evocación. No existe documentación alguna anterior al siglo XVIII que haga referencia a la celebración de la Semana de Pasión en Yecla. Solo en el Libro de Actas y Decretos de la Venerable Orden Tercera de Penitencia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de la Villa de Yecla, desde su constitución en 1720 (hasta 1788), en el Acta correspondiente a la Junta Particular de 2 de marzo de 1766101 , se dice que la Cofradía de la Virgen de los Dolores asistirá a los actos de Semana Santa, cuales son la PROCESION DE LAS PALMAS el Domingo de Ramos y la PROCESION DEL SANTO ENTIERRO el Viernes Santo, celebrada después de las tinieblas y de los sermones de la Soledad y del Descendimiento. Siguen siendo escasas -más bien raras- las noticias (siempre se tratan de fuentes indirectas) que existen de la celebración de la Semana Santa en el siglo XIX (con alguna que otra referencia a altercados surgidos en 1855 entre bandas de música participantes), por lo que, si se llevó a cabo, tuvo escasa o ninguna significación en ese tiempo. Tampoco hallamos fortuna en Díaz Cassou y su Pasionaria Murciana (Madrid, 1897), que, al referirse a las procesiones de la provincia (a las que dedica un capítulo escuetísimo -ya advierte que precisaría pare ello otro libro-), solo significa las de Cartagena, Lorca y Caravaca, con el prestigioso encanto de representar en escena, con autores, dramas sacras (v.gr.: prendimientos, sermones de las siete palabras, carros de alegorías y romances de ciegos)102 . Por otra parte, en la última década de la centuria (en torno de 1890) se constata en Yecla la vertebración social en la fiesta de determinados gremios y cofradías103 en la procesiones, de la Pasión, el día de Jueves Santo; y del Calvario, con el acto de «La 105 Cortesía», en la mañana del Viernes Santo, y del Santo Entierro, en la tarde, que ya se venía celebrando en el siglo anterior, concluyendo ésta con el acompañamiento de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad en su tránsito hacia la Ermita del Santo Hospital. Existía la costumbre, tras el desfile del Calvario, de escenificar con actores del pueblo el Viacrucis camino del Santuario del Castillo, al que concurrían los devotos rezando las estaciones, y acompañaban los gremios de judíos y romanos, ataviados a la usanza antigua, a cuyo término sus cofrades miembros, en formación, evolucionaban en torno de sí mismos configurando formas y figuras, entre ellas la del movimiento de la espiral o «caracol», realizado en sentido inverso, copiado de la capital del Segura y de la vecina localidad de Jumilla, y cuyo simbolismo habría que buscarlo en el hecho del recorrido que hace el alma después de la muerte aproximándose paulatinamente al centro del ser, a la bienaventuranza o a la divinidad. La actual Semana Santa (de la que existen algunos indicios ya doblada la centuria, en 1915), en esencia, arranca desde 1928 (en esta época la aparición de los soldados romanos darán colorido al festejo), y más concretamente (aunque mermada por la destrucción de los «pasos» en los preludios de la guerra) desde 1941, año en que se reglamentan sus tradicionales desfiles procesionales, con reorganización de gremios y adquisición de nuevas imágenes, tomando cierto impulso en la década de los cuarenta el canto de «saetas» (que se convirtieron en un vehículo de denuncia social), creándose en los años cincuenta el Cabildo Superior de Cofradías Pasionarias, y época en la que se introduce en la fiesta innovaciones, como la popular figura del diablillo personificado, que hará las delicias de chicos y grandes durante la «caramelada» (golosina con la que antaño se obsequiaba a los aprendices de los gremios artesanos, y costumbre que procede de la capital del Segura) que tiene lugar en la Procesión de Resurrección, con esa doble dualidad entre el bien sobre el mal104 moral que acecha al hombre. Tras una larga etapa de decadencia, la semana pasionista tomará auge a partir de 1983, contando en la actualidad con la participación de una veintena de cofradías y veintisiete pasos procesionales, destacando entre sus obras de imaginería un notable Grupo escultórico de la Virgen de las Angustias, soberbia talla de Francisco Salzillo, de 1763 (sobre el que hemos argumentado en diversos Congresos científicos Nacionales sobre Conservación y Restauración de Bienes Culturales, que se haga una copia de tan soberana imagen, que será la que procesione, con el fin de que no sufra deterioro por traslados la obra original)105 , y un Cristo a punto de ser enclavado en la Cruz, que localmente se le conoce por el «Cristo de la Adoración de la Cruz», de José Esteve Bonet, de 1800106 , siendo las tallas escultóricas que componen los diferentes pasos, algunas, de cierta entidad (Teruel, Justo, Labaña, Ramos, Quirós), y otras, de gesto socorrido (Torregrosa, Ponsoda, Spiteri). Algunos otros impropios grupos elaborados en pasta de madera u olot («Ecce Homo», «Cristo de la Caída», «Santa Faz y Verónica» y «Jesús a la Columna») consideramos que, cuando las posibilidades económicas de los gremios y cofradías lo permitan, deberán ser sustituidos por obras de buena talla en madera, confiadas a expertos escultores imagineros, con lo que ganarán en vistosidad y calidad estas celebraciones pasionarias, que van adquiriendo un notable arraigo. En el año 1989 colaboramos con un trabajo de investigación de carácter históricoartístico sobre los grupos escultóricos e imagénes que participan en la Semana Santa de Yecla, para que, junto a otros estudios de índole religioso e histórico sobre sus cofradías y orígenes de la fiesta, ésta fuese declarada «Fiesta de Interés Turístico Regional», circunstancia que así aconteció al año siguiente por Orden 2.519 de 18 de enero de 1990, de la Consejería de Cultura, Educación y Turismo de la Comunidad Autónoma de Murcia. Los textos de los citados estudios serían dados a conocer en una primera edición en 1991, y en otra segunda, ampliada, en 1995107 , ambas patrocinadas por el Cabildo Superior de Cofradías Pasionarias. Independiente de los ensayos y memorias hasta ahora publicados (que aplaudimos sin reservas y de lo que nos congratulamos), en nuestra modesta opinión el acontecer de las procesiones, cofradías y hermandades semanasanteras surgidas hacia 1890, requeriría a su vez el interés de antropólogos y etnólogos, incidiendo particularmente en el estudio del fin (que sería el del culto y honor a los misterios sacrosantos de la Pasión), naturaleza (la espiritual) e invocación de cada cofradía surgida entre las más diversas profesiones (gremios de fragüeros, sastres, comerciantes, albañiles, obreros del campo, etc.); los estatutos constitucionales, disposiciones y reglas fijadas de cada una de ellas, si las hubiera, y familias que pertenecían; templos en las que se instituyeron; sus dotaciones económicas; organización; clavarios, porteadores de las andas y derechos; juntas celebradas; los andadores y cereros; reuniones y vida social; su interrelación con otras cofradías de poblaciones vecinas (Jumilla) e influencias de la capital murciana y otros. Quizás nuestra propuesta sea considerada una utopía, todo se haya ya revisado y ninguna documentación al uso ha aparecido. Pero confiemos que la labor paciente y minuciosa de búsqueda en archivos de la demarcación y territoriales; los registros en la prensa regional y publicaciones periódicas ya cerradas de la época; y la transmisión oral de los más ancianos del lugar puedan ser puntos de referencia a considerar que den sus frutos en el que será un estudio etnográfico de amplio espectro. En la Semana Santa de Yecla destacan como desfiles procesionales de mayor entidad, la PROCESION DE LA PASION, que desfila en la tarde del Jueves Santo, y la PROCESION DEL SILENCIO, a las 12 de la noche del mismo día con la predicación del Viacrucis; mientras que en la tarde del Viernes Santo tiene lugar la 106 PROCESION DEL SANTO ENTIERRO: y en la noche de dicho viernes, la más emotiva y sentida, la PROCESION DE LA SOLEDAD, la más emotiva y sentida en la que participa todo el pueblo y en la que se canta el «Stabat Mater» (Permanecía al pie la madre), himno religioso dedicado a la Virgen y sus dolores al pie de la Cruz, atribuido al lírico franciscano del siglo XIII Jacopone da Todi, acompañando a Nuestra Señora de los Dolores hacia la Ermita del Santo Hospital. A fines del siglo XIX era usual -por 1884- que en el Sábado de Gloria se repartieran «aleluyas»108 , que se imprimían en la Imprenta de Leonardo Ros Ferrer, hecho que hoy acontece durante el Domingo de Resurrección. Dado el incremento de pasos procesionales de la Semana Santa yeclana, sería de interés para su buen recaudo crear un museo, idea gestada que sugiriera Ruiz Molina109 diez años atrás, y para lo que, en nuestro parecer, interesaría rehabilitar para su continente la Iglesia de San Francisco, cuya restauración venimos interesando desde hace mucho tiempo, con lo que se alcanzaría un doble objetivo: la recuperación y uso de un viejo edificio artístico que fue decretado Monumento Nacional en 1982, y la exposición permanente de un patrimonio cultural que es de la ciudad.

  1. Anónimo
  2. Arte Cristiano de Olot
  3. Talleres de Francisco Mompó, Valencia
  4. Jaime Babio Nuñez
  5. José Casanova Pinter
  6. José Esteve y Bonet
  7. Rafael Grafía Jornet
  8. José Justo Villalba
  9. Antonio Labaña Serrano
  10. José Lozano Roca
  11. José María Molina  Palazón
  12. Fernando Ortuño Alburquerque
  13. José Pérez Delgado
  14. José María Ponsoda Bravo
  15. Manuel Ramos Corona
  16. David Romero Alonso
  17. Francisco Rovira Yagüe
  18. Francisco Salzillo y Alcaraz
  19. José Sanjuán Navarro
  20. Manuel Spiteri Sáncez
  21. Francisco Teruel Francés
  22. Miguel Torregrosa Alonso